jueves, 25 de abril de 2013

Medicina oculta, sanación y fe


  La medicina oculta  es la gran desconocida dentro los saberes esotéricos. Sin embargo sin darnos cuenta en muchas ocasiones estamos siendo beneficiados por sus principios a través de la medicina oficial.



  Todo el poder del medico oculto se encuentra en su capacidad de producir fe en los enfermos que trata. Para esto el sanador se vale principalmente de su voluntad, esta es la herramienta fundamental de todo acto mágico. Además de la voluntad el sanador ha de dominar su fisonomía, el tono de voz, los gestos, etc. Todo  esto orientado  a inspirar confianza con maneras paternales y con un discurso positivo y optimista.

   En todo esto las medicinas, jarabes, pócimas y demas remedios tienen una función catalizadora entre la sabiduría y la confianza del medico y la fe y la esperanza del paciente.

  “No existe medicina real mas eficaz que la fe, Ni mejor medico que aquel capaz de transmitirla”

  La terapéutica oculta emplea principalmente  las palabras y las insuflaciones a través de las cuales se comunica a través de la voluntad  del sanador  una determinada virtud a las mas elementales medicinas; agua, vino, alcanfor, sal, etc. Pensemos en este sentido que el aceite y el vino son la medicina por excelencia de la tradición evangélica.

  Un ejemplo de evidente de este tipo de medicinas es el agua de los homeópatas, esta es verdaderamente un agua magnetizada por la voluntad y por la fe de los pacientes.

  Dentro de este tipo de sanadores encontramos uno que lleva a chanza y a burla que en estos momentos ya casi a desaparecido en occidente pero que ejerce un tipo de medicina que realmente  funciona. Estoy hablando de los vulgarmente conocidos como charlatanes. Si estos son lo suficientemente hábiles para inspirar confianza y formar un circulo de fe con el paciente obtendrán resultados sorprendentes, recordemos la máxima,”En medicina la fe salva”. En este punto hemos de volver a la esencia de la medicina oculta; todo el poder de la medicina oculta esta en la conciencia del sanador y de su voluntad, todo su arte consiste en producir fe en el enfermo. Todo es posible para aquel que cree.

  Algo fundamental para obtener buenos resultados es que exista una afección reciproca o por lo menos un aprecio real entre sanador y paciente. Sin esta los medicamentos no sirven para nada, la confianza y la seguridad del medico en la medicina y la fe del paciente en la misma y en su sanador hacen de la medicina un catalizador entre estas dos voluntades que si son lo suficientemente fuertes producirán la cura del paciente.
  
  Como conclusión diremos que la mayoría de las enfermedades tienen su origen en desordenes del alma, curando estos desordenes son sanados el paciente curará inmediatamente.


  El abandonarse a una gran pasión supone el abonar una enfermedad que se prepara. La templanza, la tranquilidad del alma, la sencillez de carácter, la calma, la razón de la voluntad no hacen solamente al hombre dichoso sino que además sano y robusto. Si nos hacemos razonables y buenos el hombre alcanza la inmortalidad.



                                   “La muerte no existe para el hombre sabio”



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